Instalada sobre una elevación rocosa y ceñida por los ríos Eresma y Clamores, Segovia se convirtió con los romanos en enclave estratégico. Durante su ocupación se construyó el acueducto para proveerla de agua, conducida por la colosal obra de ingeniería desde el río Aceba. La dominación visigoda y árabe no dejó demasiada impronta en la ciudad, sin embargo renacería con la reconquista cristiana, repoblándose con gentes llegadas del norte de la Península. Aumenta y se desarrolla la industria y el comercio de la lana, la ciudad se convierte en residencia real, con sede en el Alcázar, y en 1474 Isabel I es proclamada reina de Castilla en Segovia. Segovia alterna periodos de riqueza con otros oscuros hasta bien entrado el siglo XX, cuando la ciudad toma conciencia de su patrimonio artístico y se convierte en un destacado destino turístico.
Comenzamos nuestro recorrido en el extremo más oriental del recinto amurallado de Segovia, de trazado medieval, con sus elevaciones, callejuelas y sus innumerables plazas. Justo en la plaza del Azoguejo, el viajero tiene la mejor visión posible, a pie de tierra, del emblemático acueducto romano, considerada la obra de ingeniería más relevante del patrimonio español. Construido entre los siglos I y II, el Acueducto cuenta con más de 20 mil sillares de granito anexados sin ningún tipo de elemento adherente. Su trazado en ángulo obtuso, bello y solemne, alcanza los 15 km de longitud y los 29 metros de altura en su parte más elevada, y consta de dos pisos de arquerías, con un total de 166 arcos sustentados en 120 pilares. Una reciente rehabilitación ha devuelto al monumento su función original como conductor de agua.

Acueducto de Segovia. Fuente
Desde la plaza tomamos la calle Cervantes que enlaza con la de Juan Bravo, donde está la Casa de los Picos, del siglo XVI, y si giramos a la izquierda, en la calle Alhóndiga, topamos con el palacio del conde Alpuente, una belleza de ventanas góticas y patio renacentista, y la Alhondiga, un almacén medieval actual archivo municipal y sala de exposiciones. Juan Bravo conduce a la plaza de San Martín, con la Casa del Siglo XV y los elegantes arcos de su galería superior, y el torreón de Lozoya, con dos patios renacentistas.
Presidiendo la escalonada plaza de las Sirenas aparece la iglesia de San Martín, del siglo XII, de maravillosos atrios y portadas, interesantes capillas y un destacado retablo. En la plaza del hábeas se levanta la iglesia del hábeas Christi, en una sinagoga mudéjar del siglo XIII. En el punto más elevado de Segovia y junto a la plaza Mayor, se ubican la iglesia de San Miguel, de nave gótica con magnífico retablo del siglo XVIII, el teatro Juan Bravo y el palacio del marqués del Arco.
Ya en el lateral de la plaza Mayor, la Catedral, del siglo XVI, magnífica muestra y última de estilo gótico construida en España, de suma elegancia que le ha valido el apodo de Dama de las catedrales. Con planta de tres naves, crucero, cabecera semicircular y numerosas capillas radiales. En su interior hay que destacar el retablo mayor esculpido en mármol, jaspe y bronce, así como numerosas obras de arte repartidas entre el templo y su museo Catedralicio. Un breve paseo nos lleva a la muralla de la ciudad, del siglo XI, hasta la impresionante puerta de San Andrés, una de las tres que quedan en pie y siguiendo la muralla llegamos a la casa el Sol, el ahora mueso Provincial con cuidadas secciones de bellas artes y arqueología.
Es el paseo de Don Juan II el que emplaza al visitante en el Alcázar, castillo de origen incierto que tuvo su época de brillo durante al reconquista, y que en el siglo XIX fue totalmente renovado. De impresionante silueta y con apariencia de cuento de hadas, destaca la torre de Juan II, de 80 metros de altura, la torre de Alfonso X y la coqueta terraza del Pozo. Conserva en su interior varias salas restauradas que recrean el esplendor cortesano de antaño con mobiliario, armaduras, pinturas, artesonados y tapices.
La calle Velarde nos muestra rincones bellísimos como el de la puerta de la Claustra y el jardín de Fromkes, el espacio verde de la plaza de la Merced lo preside la iglesia de San Andrés, con una sobresaliente torre mudéjar. Muy cerca nos saludan, el palacio de Lozoya, del siglo XIV y la casa museo de Antonio Machado, con una magnífica colección de recuerdos del poeta. Más adelante, la iglesia de San Esteban nos muestra su torre románica, la más distinguida de su estilo y el palacio Episcopal. No debemos dejar de apreciar el entorno, donde nos encontramos con iglesias románicas como la de San Quince, San Nicolás y la Trinidad, las torres de Hércules y de Arias Dávila, de arquitectura medieval. Tengamos presentas también: el palacio de Enrique IV, la casa del conde de Alpuente, la casa de Hidalgo o la iglesia de San Juan de los Caballeros.
No muy alejada está la plaza del conde de Cheste, en cuyo núcleo y aledaños se concentran las casa nobiliarias: marqueses de Moya, marqueses de Quintanar, conde de Cheste, Uceda Peralta, marqués de Castellano, marqués de Lozoya y entre todas ellas, la iglesia de San Sebastián, de portada y ábside románicos e interior de estilo barroco.